Expertos regionales dan pautas para combatir los factores de riesgo de las enfermedades no transmisibles (ENT)

De acuerdo con la Organización Mundial de la Salud, OMS, “se estima que casi una cuarta parte (el
22%) de la población mundial padece una enfermedad preexistente que los hace más vulnerables a
la COVID-19; la mayoría de esas enfermedades son ENT”.

A nivel global, estas patologías matan a 41 millones de personas por año, lo que representa el 71%
de los fallecimientos. En nuestra región, 5,5 millones de muertes se producen por estas
enfermedades.

Parte de la solución reside en generar una clara comunicación médico-paciente, que dé pautas sobre
la importancia de hacer actividad física, de qué manera realizarla, qué significa una alimentación
saludable y -sobre todo- ponerse metas terapéuticas3
. A su vez, los expertos hicieron hincapié en la
necesidad de contar con políticas públicas que promuevan el consumo de alimentos saludables y
desalienten el consumo de bebidas azucaradas, alimentos ricos en grasas y el tabaquismo.

En las denominadas enfermedades no transmisibles (ENT), se incluyen la diabetes, la hipertensión
arterial, el sobrepeso y la obesidad, las enfermedades cardiovasculares, el cáncer, algunas
afecciones respiratorias crónicas y los trastornos de salud mental.

De acuerdo con datos de la Organización Panamericana de la Salud (OPS), cada año mueren por ENT
en todo el mundo 15 millones de personas de entre 30 y 69 años de edad. Para América del Sur,
Central y del Norte la cifra de decesos anuales alcanza los 5,5 millones de personas; más del 85% de
estas muertes "prematuras" ocurren en países de ingresos bajos y medianos. En la Región de las
Américas mueren 2,2 millones de personas por ENT antes de cumplir 70 años.

La información fue compartida por expertos de diferentes disciplinas de Argentina, Chile y Colombia
en el marco de la Semana Mundial de Acción sobre las Enfermedades No Transmisibles, que se
conmemora entre el 6 y 12 de septiembre, en un encuentro organizado por Upjohn división de
Pfizer, quien hace un llamado urgente a ‘ACTUAR contra las ENT’; esta iniciativa cuenta con el
1Organización Mundial de la Salud. Hacer frente a las enfermedades no transmisibles durante la pandemia de COVID-19 y después de ella. 

De acuerdo con Catalina Ricaurte, gerente general Clúster Andino División Upjohn-Pfizer “las
Enfermedades No Transmisibles constituyen uno de los principales retos de la salud pública
mundial, dado que son responsables de 41 millones de muertes en el mundo2
, una cifra alarmante
que nos obliga no solo a prestar atención, si no a realizar algún tipo de acción, con el fin de impedir
muertes prematuras. Debemos enfocarnos en trabajar de manera integral en factores controlables
como: las dietas poco saludables, la inactividad física, el consumo o exposición al tabaco, así como el abuso en el consumo de alcohol”.

El Dr. Álvaro Ruiz, médico epidemiólogo, profesor titular de Medicina Interna y de Epidemiología Clínica de la Pontificia Universidad Javeriana de Bogotá, Colombia, señala que “estos casi dos años de pandemia van a dejar una huella enorme en la salud de las personas. Inicialmente éstas no iban a los hospitales por miedo al Covid, el que tenía una cirugía no concurría, el que tenía cita para control de alguna enfermedad, tampoco. Pero lo más grave es que las personas con diabetes, colesterol alto, enfermedades serias como el cáncer, también dejaron de controlarse. Hoy ya
estamos viendo las consecuencias de esa falta de control: hay aumento en el número de infartos, de insuficiencia cardíaca y todas las ENT empeoraron”.

Los datos de la OPS muestran que las enfermedades cardiovasculares constituyen la mayoría de las muertes por ENT en el mundo (17,9 millones cada año), seguidas del cáncer (9 millones), las enfermedades respiratorias (3,9 millones) y la diabetes (1,6 millones). “El deterioro que sufrieron las personas con ENT es enorme. Aún no tenemos números, porque el
foco sigue en la atención del COVID, pero solo para tomar dimensión de la importancia que tienen las ENT en términos de mortalidad, tengamos en cuenta que a nivel global el COVID mató en 18 meses un poco más de 4 millones de personas, en cambio las ENT en etapa pre pandemia, son responsables de 40 millones de fallecimientos cada año. Decir esto no implica minimizar la
importancia del COVID, pero pone en dimensión lo que puede llegar a significar desatender las ENT”, indicó la Dra. Mónica Katz, médica especialista en Nutrición, ex presidente de la Sociedad Argentina de Nutrición (SAN).

La Dra. Katz advirtió también que “las ENT ya no son patrimonio de los adultos, hoy tenemos chicos de 8 años hipertensos, adolescentes de 12 años con diabetes tipo 2 o con hígado graso. Si bien la expectativa de vida viene subiendo generación tras generación, hoy es un momento bisagra, en el cual si no se hace algo va a ser la primera vez que los hijos y nietos vivan menos que los padres y los abuelos”.
“Los adultos son responsables de lo que se come en la casa, tiene que haber un ‘arquero nutricional’, rol representado por la madre, el padre o el responsable de la compra de alimentos y de su
preparación, cuidando la calidad de alimentación y el tamaño de las porciones de los niños desde la primera infancia”, insistió la Dra Katz.

A ese respecto, el Dr. Ruiz remarcó que ningún alimento es malo en sí mismo, ni puede ser el responsable de producir sobrepeso, obesidad o diabetes, sino que es la alimentación inapropiada la
que lleva al desarrollo de esas enfermedades. “Se consume más de lo que se necesita o se gasta menos de lo que se consume”, alertó.
“Hay muchas cosas que se pueden hacer en varios niveles. Uno es el individual, hay que educar, decirle a la gente que tiene que moverse, hacer ejercicio. Una persona debe hacer 150 minutos de
ejercicio en la semana, y si hay sobrepeso, exactamente el doble de tiempo. Idealmente caminando rápido, como alternativa también se puede andar ese tiempo en bicicleta o simplemente bailar. Otra
recomendación es evitar el consumo de calorías en exceso, no abusar de las bebidas azucaradas, decirle al paciente que no le agregue azúcar a las cosas, que prefiera bebidas sin azúcar agregada, consumir con precaución los postres y las comidas ricas en grasas”, aconsejó el Dr. Ruiz.

“También hay que insistir en que no hay que abusar del alcohol, hay que controlar la cantidad de sal, no llevar el salero a la mesa, asistir a los controles médicos -sobre todo si se está bajo
tratamiento- y, si tiene síntomas de alguna enfermedad, consultar rápidamente”, sostuvo el Dr. Ruiz.

Para la Dra. Katz, existen además barreras que llevan al sedentarismo relacionadas con cuestiones económicas y sociales, como la ausencia de espacios seguros para practicar deportes, la escasez de dinero, además de las exigencias -sobre todo para las mujeres- respecto de la imagen corporal.
Todas estas situaciones terminan atentando contra la realización de actividad física.

“Hay que comenzar con pequeñas acciones: jugando con los nietos, comprando alimentos en comercios alejados, tratando de evitar el transporte, cada cuadra caminada son 200 pasos, con 10
mil pasos prevenimos muchas enfermedades y podemos tener un peso saludable, con 14 mil pasos hay evidencia de prevención de diabetes tipo II. Por otro lado, hay que tener un patrón alimentario
saludable, variado. La comida tiene que ser balanceada y la alimentación debe ser compartida, somos comensales, la alimentación tiene que ser placentera y sostenible en el tiempo, sin dietas extremas, porque éstas son el mejor predictor de ganancia de peso a los siguientes cuatro años”, aseveró la Dra. Katz.

En la misma línea, el Dr. Ruiz expuso otras barreras que llevan a que las personas y los sistemas sanitarios no puedan controlar los factores de riesgo para las ENT. Una responde a una suerte de
“pensamiento mágico” que lleva a creer que las enfermedades se previenen sólo a través de consumir determinado suplemento dietario, en vez de considerar un abordaje integral que englobe
actividad física, comida saludable, dejar de fumar o de consumir alcohol en exceso. También hay gente que, por tomar determinada medicación, cree que ya no hace falta cuidarse con las comidas
o hacer ejercicio. Las redes sociales podrían ser un apoyo enorme para prevenir las ENT y no lo son, la influencia en salud suele ser negativa, la mala información estalla en las redes y hay poco intento médico educativo con consejos saludables basados en evidencia científica, indicó.

Además, los expertos recomiendan que el abordaje de las ENT debe hacerse con metas consensuadas entre el paciente y el médico. Así, por ejemplo, si una persona tiene diabetes, deberá
saber que la van a controlar mediante la hemoglobina glicosilada, un examen de sangre cuyo valor tiene que estar por debajo de 7. Durante los controles tanto el paciente como el médico van a saber
si están cumpliendo la meta o no. “Lo que vemos, en ocasiones, es cierta inercia médica: los médicos ven a alguien que no está controlado y se le dice que vuelva en dos o tres meses, eso es facilitar las enfermedades”, reflexionó el Dr. Ruiz.

“Los gobiernos tienen una responsabilidad enorme. Medidas como aumentar los impuestos y dificultar el consumo de cigarrillos es responsabilidad de los gobiernos, esto ya demostró ser
efectivo. Poner impuesto a las bebidas azucaradas, funciona; incorporar etiquetas a los alimentos con alto contenido de grasa y azúcar y calorías, funciona. Hay que hacer campañas para que la gente disminuya el consumo de sal, porque disminuye la frecuencia de infartos y de hipertensión. Por otra parte, los sistemas de salud también deben hacer lo suyo, aún hay una intención curativa en
medicina y hay que volverla más preventiva, no es muy frecuente que se autoricen consultas preventivas en los sistemas de salud”, refirió el Dr. Ruiz.

En consonancia con lo manifestado por el Dr. Ruiz, la Dra. Katz concluyó remarcando que el sistema
de salud está más preparado para tener una acción reactiva frente a enfermedades agudas, que
para hacer frente al desafío que representan las ENT.

El rol de la salud mental en las ENT
El Dr. Roberto Sunkel, psiquiatra especializado en Psicogerontología y Jefe de la Unidad de
Psicogeriatría del Instituto Nacional de Geriatría de Chile, indicó que, existe una importante interrelación entre las ENT y las enfermedades mentales, y que es en las personas mayores donde
se hace más patente.

“Hay un interjuego, porque las ENT aumentan el riesgo de que una persona presente cuadros
principalmente depresivos. Se estima que hasta un 20 o 30% de las personas que cursan con hipertensión o diabetes sufren de depresión. La depresión también es un factor de riesgo
cardiovascular en sí mismo y en el caso de algunas patologías neurológicas como el Parkinson, se podría llegar hasta el 50% de prevalencia de síntomas depresivos o episodios depresivos en esta
población”, detalló.

Según explicó el Dr. Sunkel, si bien las personas mayores fueron el segmento poblacional que mayor tolerancia al confinamiento demostró durante la pandemia, la depresión en ellos puede cursar de manera enmascarada, sin la sintomatología característica, sino que lo hace a través del dolor físico crónico. “Sabemos que los episodios depresivos disminuyen el umbral de dolor; en casos como la artritis, cuando se presenta la depresión se produce una descompensación del cuadro reumatológico. En realidad, centrándonos en depresión las cifras son bien contundentes, respecto al impacto que tienen tanto la patología como la depresión sobre las patologías”, subrayó.

Por otra parte, el Dr. Ubier Gómez, médico especialista en Toxicología, vicepresidente de la Asociación Colombiana de Toxicología, señaló que los trastornos mentales como la depresión y la ansiedad se incrementaron durante la pandemia, debido a la situación de estrés y confinamiento, a esto se suma que los casos preexistentes se vieron agravados por la falta de controles médicos y por la suspensión de la toma de medicamentos. “Son condiciones médicas muy relacionadas con el estrés, pero también con la falta de ejercicio físico y con la mala alimentación. Mejorar estos
aspectos y retomar las relaciones ‘cara a cara’ socializando entre las personas, junto con el abordaje profesional, seguramente contribuirá a mitigar los daños”.

En relación con alertas de salud mental, el Dr. Gómez recomendó estar atentos en los adultos a signos como dolores de cabeza, insomnio, pérdida de energía, trastornos gastrointestinales, mareos e irritabilidad, mientras que en los adolescentes suelen aparecer cambios en sus conductas, desinterés por cosas que antes les gustaban, tristeza, encierro, dormir mucho o muy poco, ver
mucha televisión, irritabilidad y agresividad y dejar de comunicarse con amigos.

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