San Carlos presenta “Gente de mi tierra dulce” una campaña para destacar que Ecuador es la tierra de la dulzura

María Ángela está en Quito, Patricia y Melanie en Guayaquil, Ruth en Cuenca, Miriam en Lago Agrio, Fernando en Manta y Yolanda en Machala. Los separan kilómetros de distancia, pero tienen algo en común: la dulzura que los caracteriza.

Ellos forman parte de la campaña lanzada por Azúcar San Carlos, denominada “Gente de mi tierra dulce”, que se difunde en redes sociales, televisión, radio, prensa y vía pública. El objetivo es contar historias de personas extraordinarias, que con dedicación y esfuerzo transforman las más tradicionales recetas de nuestro país en un estilo de vida y en una fuente de ingresos, teniendo como principal ingrediente el azúcar que produce San Carlos, llenando de alegría y energía a quienes las disfrutan.

María Ángela Quinapallo, por ejemplo, es conocida por preparar la espumilla más cremosa y deliciosa que se vende en el Panecillo, en Quito. “Pongo los ingredientes: guayaba, el huevo y el azúcar. Comienzo por batir hasta cuando dé punto”, narra esta mujer emprendedora a quien sus clientes catalogan como “dulce como su espumilla”.

La guayaquileña Patricia Silva se hizo cargo del emprendimiento de su esposo, quien falleció durante la pandemia. Junto a su hija Melanie, prepara uno de los morochos más conocidos de la ciudad. Ellas señalan que “la clave está en el azúcar” que usa.

Por su parte, Ruth Palacios mantiene una cafetería familiar en Cuenca donde vende los dulces de Corpus Christi, todo el año. Comenzó con una mesita pequeña y recuerda que su casa siempre estaba llena de azúcar. “Con los dulces eduqué a mis hijos”, señala.

En Lago Agrio está Miriam Serrano, quien prepara chicha de chonta y la endulza con panela para que tenga sabor. Ella aprendió este oficio de sus padres. Diariamente, sale de la finca, cruza en canoa el río y luego en transporte llega al mercado. Asegura que “todo se vende en el día”.

En tanto, Fernando Tuárez elabora el tradicional helado de coco con pan, en Manta. Cuenta que empezó empujando la carretilla de su abuelo a los 18 años. Ahora vende en una esquina, donde todos lo conocen por su carisma y dulzura. 

Y, la machaleña Yolanda Ordóñez, es una emprendedora que prepara desde hace algunos años el tradicional dulce de pechiche. Cuenta que “cocina la fruta con panela, y antes de finalizar le echa una pequeña cantidad de azúcar blanca”.

Estas historias demuestran que San Carlos es más que azúcar. Como ellos, hay muchas personas en Ecuador que han hecho de la dulzura su emprendimiento, gracias a un trabajo que nace en el cantón Marcelino Maridueña, en la provincia del Guayas, y recorre kilómetros hasta llegar a la mesa de los hogares y negocios ecuatorianos, siendo incluso la base del sustento familiar.

De esta manera, Azúcar San Carlos se confirma como una marca cercana, logrando estar en los momentos importantes, de alegría y dulzura como el azúcar número uno del Ecuador. Su reconocimiento es sin duda gracias al apoyo y trabajo conjunto con la comunidad, gracias a la “Gente de mi tierra dulce”.

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