Hoy en día la sociedad afronta uno de los mayores retos: garantizar la seguridad alimentaria a todos los habitantes del planeta. Las legumbres, son un producto de fácil acceso para los hogares del país que, en determinadas regiones, suplen las proteínas de origen animal por temas de costos. Sumado a ello, son base fundamental de una alimentación saludable al punto de que la Organización Mundial de la Salud (OMS), recomienda un consumo diario ideal de 400 gramos entre frutas y hortalizas. Pero más allá de su valor agrícola y nutricional, aún existen oportunidades para su desarrollo y que su producción sea más eficiente.
En Ecuador, un plato hecho solo con legumbres es el tradicional locro de granos. Pero en el país, a pesar de que este alimento fue base de pobladores ancestrales, hoy su consumo es muy por debajo de los 400 gramos diarios que recomienda la OMS (Organización Mundial de la Salud).
“Las legumbres son una opción realmente vital para mantener la seguridad alimentaria en regiones donde, por ejemplo, la carne y los lácteos no son de fácil acceso. Por esta razón, uno de los retos es ofrecer a los agricultores soluciones para la protección de cultivos que les permitan producir de forma eficiente, en un país como Colombia con los retos de alimentación que tiene y por supuesto, un planeta con grandes desafíos como la deforestación, la erosión, el crecimiento de la población mundial y la disminución del área con potencial agrícola”, afirma Vanessa Villareal, Gerente de Marketing Estratégico de Soluciones para la Agricultura para Latinoamérica Norte de BASF.
Uno de los principales problemas para lograr satisfacer la seguridad alimentaria del país es el desperdicio de alimentos. En los países en desarrollo, las perdidas ocurren durante la producción y el transporte, mientras que en los desarrollados, una gran proporción de los alimentos se desperdician en la etapa del consumo. Dado que las legumbres son alimentos de larga conservación, la proporción del desperdicio de alimentos en la etapa del consumo debido al deterioro es baja, convirtiéndola en muy buena opción para asegurar la seguridad alimentaria.
“Por ejemplo, existen semillas de hortalizas tolerantes a la sequía, lo que permite que las necesidades de agua de las plantas para su desarrollo sean menores, logrando que a pesar de las condiciones climáticas y del cultivo no se afecte el abastecimiento de estos alimentos”, explica la experta de BASF.
Los cultivos de este tipo de alimentos también pueden contribuir a la mitigación del cambio climático gracias a que fijan el nitrógeno atmosférico en el suelo de forma natural y en algunos casos liberan el fósforo, disminuyendo significativamente la necesidad de fertilizantes sintéticos. De esta manera, las legumbres se posicionan como cultivos relevantes que aún pueden traer desarrollo en el agro al incentivar la tecnificación, un estilo de vida saludable y la producción eficiente y sostenible.
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